“¿Usted no es de aquí, verdad?, ¿es bibliotecaria?, ¡Pensé que era licenciada!”, me dijo con cierta sorpresa aquel hombre sentado en la mesa de a lado. Sonreí. No supe qué responder. Sucede que cuando digo que soy bibliotecaria algunas personas se desdibujan, otras tartamudean y otras me preguntan: “¿lees mucho?”, “¿no te aburres?”, “¿y acomodas muchos libros al día?”. Entiendo que no saben de qué se trata lo que hago, ¡no tienen por qué saberlo! Lo que me desagrada es que piensen que el trabajo en una biblioteca es sencillo.